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Washington Irving inicia un recorrido por tierras andaluzas. Durante su visita a Granada queda extasiado por la majestuosidad de la Alhambra en cuyas habitaciones tiene la fortuna de alojarse. Allí conoce a varios personajes que le acompañarán durante su estancia en tierras granadinas. De las conversaciones con éstos y de las historias que escucha a su fiel criado y guía Mateo Jiménez transcribirá leyendas y tradiciones transmitidas de padres a hijos durante generaciones. De esta forma con sus Cuentos de la Alhambra Washington Irving escribió una rica y detallada crónica de la España de la primera mitad del siglo XIX y sobre todo supo transmitir la magia y el misterio de toda una época. Porque algunas de las narraciones que componen el cuerpo central de la obra -la del astrólogo árabe que contribuyó con su magia a derrotar a los ejércitos enemigos; la de las tres hermosas princesas encerradas en una torre para que no se enamoraran; la del peregrino del amor también encerrado en una torre por su celoso padre; la del legado del moro que nos habla de un fabuloso tesoro encontrado por un aguador; la de la Rosa de la Alhambra en que se nos muestra un laúd maravilloso capaz de curar la melancolía del rey- bien podrían provenir de Las mil y una noches.